Escribía Marc Bloch en Apologie pour l’histoire ou métier d’historien que la incomprensión del presente nace fatalmente de la ignorancia del pasado, pero que tampoco se puede comprender el pasado sin saber nada del presente. (Bloch, M. (1949): Apologie pour l’histoire ou métier d’historien, París, Armand Colin; publicada en catalán como la Apologia de la història, Barcelona, Empúries, 1984.) Afortunadamente, la fotografía se nos presenta como un puente mágico entre tiempos extraños que contribuyen tanto a la comprensión del mundo pretérito como del mundo actual. Aún más, sabiendo como sostenía Bloch que el tiempo histórico es una realidad concreta y viviente, entregada a la irreversibilidad de su impulso, y que es también el plasma donde se sumergen los fenómenos y el lugar de su inteligibilidad, podemos descubrir en la fotografía la pulsión de un viaje particular en el tiempo. Un singular y apasionante trayecto que tiene como misión recoger los fragmentos dispersos de la memoria para tomar al vuelo así el sentido del tiempo de la historia y atarlo emocionalmente a nuestros significados más existenciales. |
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